Artículo publicado en LaSillavacía.com
El próximo lunes, a las nueve de la mañana, arrancará el juicio por injuria y calumnia entablado por Ernesto Samper contra la columnista Claudia López. ¿Logrará el ex presidente imponer su versión de la historia?
La denuncia fue entablada por Samper a raíz de una columna de opinión escrita por López el 11 de julio de 2006 en El Tiempo. Titulada “La Reinserción Uribista: del 8.000 al 64.000”, la columna giraba alrededor del reciente nombramiento del político liberal en Francia como embajador.
En dicha columna, Claudia López (actual bloguera y amiga de La Silla Vacía), mostraba su indignación por dicho nombramiento y también por las razones que, según la revista Semana, habría tenido el Presidente Uribe para encargarlo de la embajada.
Este es el segundo párrafo de la columna que motivó la denuncia de Samper:
“Según la revista Semana, Uribe nombra a Samper por solidaridad. Porque, según el criterio de Uribe, el expresidente es un pobre hombre estigmatizado”, escribe López. Y continúa: “No ve en él al político capaz de venderse a la mafia para acceder a la Presidencia (algo que todos sabemos pero que la justicia comprada en el Congreso evitó juzgar), de corromper las instituciones para imponer a Serpa como sucesor (como todos lo padecimos, pero logramos evitar), de pedir cacao para que no extraditaran a los Rodríguez Orejuela (como consta personalmente a Uribe) y sabrá Dios si habrá intercedido también en los planes para eliminar a quienes pudieron ser piezas clave para develar sus andanzas, como la monita ‘retrechera’ y el exconductor de Serpa, quienes no murieron de gripa sino acribillados cuando iban a contarle a la Fiscalía lo que sabían (algo que solo podrían corroborar los sicarios, si es no los mataron también).”
Samper considera que varias de estas afirmaciones afectan su honra. Y dos en particular le son injuriosas, porque según su abogado Julio Sampedro, “lo colocan como un delincuente”: la de que compró el Congreso para su absolución, lo que implicaría un cohecho; y el que Samper participó en el homicidio de la ‘monita’ retrechera. “Es decir públicamente que Samper fue el determinador del homicidio”, dijo Sampedro a La Silla Vacía.
El argumento central de Sampedro es que en este caso no hay un tema de opinión. “Lo que hace Claudia López es crear hechos que son falsos. Crea un hecho en cambio de crear una opinión”.
La fiscal del caso acogió el concepto de Sampedro y solicitó el 8 de junio de 2010 que le imputaran cargos a Claudia por calumnia e injuria por “haberle imputado a la víctima los delitos de homicidio y tráfico de influencias, cargos a los cuales no se hallanó (sic) la imputada”, dice el escrito de acusación, que pide la condena más severa que podría ir hasta los diez años de cárcel.
Claudia López, por su parte, considera que como columnista ella tiene derecho a no creer que los narcotraficantes realizaron una donación anónima a la campaña de Samper por 6 millones de dólares. “No le creo que fue a sus espaldas porque viola el sentido común de cómo opera la mafia”, dijo López a La Silla Vacía. “Tengo derecho a no creerle y a expresarlo”.
La historia del juicio
Este proceso arrancó casi inmediatamente después de la publicación de la columna. Claudia dice que se enteró de la demanda por un confidencial de la revista Semana y como lo ordena la ley en los casos de calumnia e injuria, fue llamada a conciliar. El ex presidente Samper pedía 50 millones de pesos y la retractación. López esgrimió su derecho a la opinión y se negó a conciliar.
El caso pasó a la Fiscalía, que pidió la preclusión y una juez la avaló y cerró el caso en 2009. Pero Samper apeló y el Tribunal le concedió el recurso con el argumento de que la Fiscalía no había hecho una investigación seria (algo en lo que tanto López como Sampedro coinciden); y segundo, que los estándares del periodismo informativo y de la opinión deben ser los mismos, lo cual es altamente debatible. La juez revocó la preclusión y el proceso se reabrió en 2010, cuando volvió a la Fiscalía.
Aunque la orden del tribunal era que la Fiscalía investigara, cuando la fiscal retomó el caso y pidió audiencia de imputación su ‘investigación’ consistía en la columna publicada. Durante la audiencia, la fiscal pidió imputarle a Claudia el delito de injuria y calumnia por las mismas frases, y cuando la juez le recordó que una afirmación puede ser calumniosa o injuriosa pero no las dos cosas a la vez, pidió un receso para que Sampedro, el abogado de Samper, le subrayara cuáles afirmaciones eran injuriosas y cuales calumniosas, algo que, como se acostumbra en esos casos, él hizo delante de todos los asistentes durante el receso. Después fue la audiencia de ratificación en la que otra fiscal, más preparada, entregó el escrito de acusación.
A cada audiencia del proceso ha asistido una fiscal distinta. Una le imputó los cargos a Claudia, otra presentó el escrito de acusación, otra lo sustentó y la última la acusó y llamó a juicio. Ante estos cambios de fiscales, Semana sacó un confidencial a favor de Samper en el que decía que era increíble que la periodista tuviera más influencia que el expresidente en la Fiscalía, insinuando que López estaba manipulando la institución. La revista tuvo que rectificar en la siguiente edición.
Lo que sucederá el lunes
El lunes durante el juicio Samper actuará como testigo y su testimonio buscará minar la credibilidad de López como columnista. Un objetivo que aplaudirán muchos políticos que se han visto perjudicados por sus investigaciones que destaparon la parapolítica y obligaron a la Corte Suprema a encausarlos y a poner a muchos de ellos tras las rejas.
Por su parte, la analista pidió cinco testigos, de los cuales solo le aceptaron dos. La juez rechazó a los constitucionalistas Rodrigo Uprimny y Eduardo Cifuentes porque no necesitaba que le explicaran la jurisprudencia y también a un perito lingüístico. A favor de Claudia hablarán la periodista María Teresa Ronderos, exeditora de Semana, quien explicará que la opinión y la información tienen diferentes estándares en el mundo periodístico. Y Eduardo A. Bertoni, exrelator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien alegará que una condena en este caso contradice todos los estándares internacionales de libertad de expresión. López también hablará en defensa propia.
Entonces, simultáneamente, ese día arrancarán dos juicios: uno en los estrados judiciales de tipo legal y otro en la opinión pública. Samper tiene alguna posibilidad de ganar el primero, pero es muy probable que pierda el segundo.
Jurídicamente, el debate gira alrededor de si lo escrito por la columnista constituye la aseveración de un hecho (falso) o la formulación de una opinión.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha sido clara en que el ámbito de protección de la honra de los funcionarios públicos es menor al de un ciudadano común y corriente con el fin de proteger el debate público tan necesario en una democracia.
Mientras que frente a una persona privada el periodista tiene que probar la verdad de lo dicho, frente a un personaje público basta con que demuestre la debida diligencia en contrastar fuentes de tal manera que sea evidente que no hubo dolo ni culpa grave, explicó Rodrigo Uprimny a La Silla Vacía.
Y López no es la primera persona que dice que la absolución de Samper por parte del Congreso fue lograda a punta de dádivas.
De hecho, El Tiempo en su momento publicó un artículo, entre muchos que escribieron todos los medios sobre el 8.000, en el que cuenta que Heyne Mogollón, el representante a la Cámara que elaboró el proyecto de preclusión a favor de Samper, tiene una investigación por cohecho porque el Gobierno había aumentado los recursos para su pueblo Chimá en un 56 por ciento luego de la decisión de preclusión. La acusación contra Mogollón y los demás representantes a la Cámara que votaron a favor de la preclusión de la investigación no prosperó porque triunfó una tutela interpuesta por la entonces representante Viviane Morales en la que alegaba que los congresistas no podían ser investigados judicialmente por sus votos.
Y aunque la Cámara de Representantes decidió precluir la investigación a favor de Samper dejando sin corroborar los testimonios del tesorero de la campaña Santiago Medina y de su ministro Fernando Botero en el sentido que Samper sí supo de la entrada del dinero de los narcos Rodríguez Orejuela a su campaña, muchos de los columnistas y políticos de la época dieron el ‘elefante’ por sentado.
Incluso, cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos le quitó la visa, el vocero Nicholas Burns dijo en una rueda de prensa que "la gente que a sabiendas asiste el narcotráfico no es bienvenida en este país". Así lo reportó el New York Times: "Burns dijo que Estados Unidos tenía información que los narcotraficantes habían hecho donaciones a la campaña presidencial de Samper en 1994. Y a cambio, dijo, el Sr. Samper había asumido políticas a favor de los narcotraficantes".
Lo de la ‘monita retrechera’ es más complicado porque judicialmente Samper nunca fue vinculado con ese crimen. Es una insinuación grave pero tampoco es nueva (hay todo un libro de ficción escrito por Silvia Galvis inspirado en este episodio). Además, López dejó la pregunta en el aire y delegó en Dios la respuesta. Aún así, el debate jurídico será intenso.
Revive el elefante
El debate político no lo será menos. Aunque como dice el abogado de Samper, este es un juicio por injuria y no sobre el 8.000, como Claudia hará su defensa en el estrado, y este girará sobre su derecho a no creerle a Samper su versión sobre la entrada de dineros calientes a su campaña, el juicio inevitablemente le recordará al país lo que el expresidente lleva 15 años tratando de que olvide o recuerde de manera diferente.
En su momento, aunque el Congreso precluyó la investigación a favor de Samper, la opinión pública lo condenó. El expresidente era abucheado en los restaurantes, los clubes debatieron si dejarlo entrar y ningún político quería su abrazo del oso. Pero esto con el tiempo ha ido cambiando.
Su influencia en el gobierno de Samuel Moreno en Bogotá es considerable. El Secretario de Medio Ambiente Juan Antonio Nieto y el Secretario General Yuri Chillán, solo por mencionar algunos, son ‘ahijados’ políticos suyos. En el gobierno de Santos, hay varios samperistas como su exsecretario privado Juan Mesa, hoy Alto Consejero para las Comunicaciones y su hijo Miguel, director de Justicia Transicional del Ministerio del Interior. Su reconciliación con Santos, su otrora enemigo, es un hecho. Y varios miembros de la nueva cúpula de la Fiscalía –incluyendo la Fiscal General- son cercanos a su exfiscal y amigo Alfonso Gómez Méndez. Incluso internacionalmente, con el foro de Biarritz, el expresidente ha ido reconstruyendo su imagen.
Este juicio difícilmente le puede ayudar a consolidar su reencauche. Cuando Claudia fue despedida de El Tiempo, miles de comentarios en los foros de los medios reconocían el aporte de sus investigaciones sobre la parapolítica y el coraje de sus escritos para combatir la corrupción política. En la calle, la gente la para y la felicita por su valentía. Por eso, si ella eventualmente llega a perder el juicio y es condenada en los estrados judiciales, es muy probable que el ex presidente Samper pierda el que más le importa en la memoria de sus compatriotas.