jueves, 24 de febrero de 2011

"En mi defensa" por Claudia López

Desde septiembre de 2010 no usaba mi blog. Por tiempo y temor me impuse una especie de autocensura. En octubre del año pasado la Fiscalía me acusó formalmente por los presuntos delitos de injuria y calumnia. Estoy acostumbrada a recibir amenazas y acusaciones de criminales y corruptos de todo pelambre, pero que la Fiscalía me acusara me dejó, además de sorprendida, en medio de una gran incertidumbre sobre la protección legal que tengo en mi oficio de columnista y analista. Decidí afrontar la acusación e irme hasta juicio para resolver esa incertidumbre y porque tengo certeza sobre la solidez y validez de las opiniones expresadas en la columna por la que fui acusada.

Soy parte de una generación marcada por las desgracias personales y nacionales derivadas de los vínculos entre mafia y política. Esa marca me comprometió desde muy joven a denunciar y combatir esos vínculos. Marché para protestar los asesinatos de Jaime Pardo, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Jaime Garzón y tantos otros. Fui parte del movimiento estudiantil que se plantó en las calles a decirle a la mafia y su corruptela política que no nos íbamos a dejar matar, que perseveraríamos en las vías democráticas para derrotarlos. Promoví la séptima papeleta y la Constituyente. Celebré con emoción la promulgación de la Constitución de 1991. Me dediqué a difundirla, ejercerla y protegerla. Llevo años dedicada a escudriñar y entender los cruces entre mafias, violencias y elecciones, desde 1982 hasta nuestros días. El país me conoció en 2005, a propósito de mis investigaciones sobre parapolítica. Pero mi convicción y lucha no empezó con la parapolítica.

Critiqué en mi columna la designación de Ernesto Samper como Embajador de Colombia en Francia. Era la primera vez que se proponía a Samper para un cargo público desde que dejó la Presidencia en 1998. Había seguido de cerca el proceso 8.000, las condenas derivadas de ese proceso y la preclusión a Samper en la Cámara, como ciudadana en su época y como investigadora después. Por ello, había leído cientos de artículos y noticias del proceso 8.000, por lo menos 4 libros y unas 10 sentencias relacionadas con ese proceso. Aunque hubiera podido, no escribí esa columna basada en mi mera percepción sino con pleno conocimiento de los hechos.

En primer lugar, reitero la hipótesis central de esa columna. “La polimafia (asociación de crimen organizado, narcotráfico y políticos) es la mayor amenaza a la sociedad colombiana. No solo por ética sino por elemental supervivencia, deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en combatirla.” En segundo lugar reafirmo que mis opiniones se fundan en hechos veraces, de público conocimiento, y en que nunca le creí a Ernesto Samper su versión de que la narcofinanciación de su campaña se hizo “a sus espaldas”.

Estos son los hechos que fundamentan mis opiniones. La justicia comprobó que por lo menos 5 grandes capos de la época (los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, Helmer Herrera, José Santacruz Londoño y Luis Hernando Gómez Bustamante) hicieron una colecta de no menos de $5.000 millones, que la campaña Samper recibió y gastó en las tres semanas que transcurrieron entre la primera vuelta, que Samper ganó por apenas 18.499 votos, y la segunda, cuando triunfó por 156.555 votos.

La justicia también comprobó que se falsificaron los balances y reportes financieros de la campaña para ocultar esas donaciones. A pesar de comprobarse la ilicitud de los aportes y la falsedad de los registros financieros, la campaña de Ernesto Samper cobró y se quedó con los casi $1.800 millones (exactamente $1.795.951.200) que le reembolsó el CNE como “gastos de campaña”. Una autentica operación de lavado de activos.

La operación criminal de financiación de la campaña de Ernesto Samper, su posterior encubrimiento y la irregular reposición de gastos de campaña, fue comprobada por la Fiscalía y demostrada por juzgados y tribunales de la rama judicial en el transcurso de 1996 y 1997. A pesar de contar con las mismas evidencias y material probatorio, la Cámara de Representantes precluyó la investigación contra Ernesto Samper en junio de 1996 porque, según su criterio, “las deducciones hechas por el señor Fiscal, eran producto de un razonamiento que aún cuando siendo lógico, no lo era jurídico; es decir, se trataba de meras especulaciones y ejercicios de tipo mental”. También concluyó que los testimonios rendidos por Fernando Botero Zea y Santiago Medina Serna “carecen totalmente de eficacia probatoria, dado que, aparecen sin armonía y coherencia en los diferentes hechos narrados” y que “Además, ni Pallomari [contador del Cartel de Cali, que aportó pruebas que permitieron condenar a por lo menos 8 involucrados en el proceso 8.000] ni María Izquierdo de Rodríguez [también condenada en el proceso 8.000] afirman que el doctor Ernesto Samper Pizano tenían conocimiento del presunto ingreso de los mencionados dineros [dineros del Cartel de Cali. Subrayado mio].

La Cámara no se pronunció sobre la presunta violación de topes de la campaña porque las resoluciones que fijaban tales topes fueron derogadas por el Consejo de Estado en el transcurso del juicio. Tampoco por la presunta conducta de indignidad presidencial porque los presuntos hechos irregulares ocurrieron antes de que Samper fuera electo Presidente. Y tampoco decidió sobre el exceso de gastos de la campaña porque no consideró válido el peritazgo de la Fiscalía sobre la contabilidad de la campaña, aunque manifestó que los presuntos recursos ilícitos no aparecían en dicha contabilidad.

En conclusión, según el informe de la Comisión Ciudadana de Seguimiento al proceso 8.000, la Resolución de Preclusión a favor del Presidente Ernesto Samper concluyó que:

1. No se demostró que ingresaron dineros del narcotráfico a la Campaña Samper-Presidente
2. No se demostró que la Campaña rebasara los topes electorales
3. No hay prueba de que Ernesto Samper “directa o indirectamente participó o cohonestó la adulteración” de los documentos de contabilidad
4. No se probó que Ernesto Samper llevara a cabo conductas tendientes al encubrimiento de los supuestos hechos delictivos.
Las dos primeras consideraciones de la Cámara para precluir a favor de Ernesto Samper fueron plenamente comprobadas en sentido contrario por tribunales judiciales independientes, en procesos que culminaron con las condenas a Fernando Botero, Santiago Medina y Juan Manuel Avella. Ernesto Samper es el único de los involucrados en el 8.000 que goza de fuero judicial especial ante el Congreso de la República. Su caso fue precluido en la Cámara de Representantes. En los demás casos, los hechos fueron comprobados y condenados por la justicia ordinaria.

Ni el sentido común, ni la sana crítica de los hechos, ni la valoración judicial que hicieron todos los tribunales judiciales, excepto la Cámara de Representantes, me permiten creerle a Samper su versión de que “a sus espaldas” se realizó una colecta mafiosa de $5.000 millones de pesos, donados “anónimamente” por la mafia, pero recolectados e invertidos en tres semanas para que “financiaran una campaña cuyo único propósito específico era la elección del Presidente de la República [Ernesto Samper]” (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, Proceso 12.786, Aprobado Acta 28, p. 11).

No le creí a Ernesto Samper su versión en 1996, cuando la Cámara lo absolvió, ni en 2006 cuando escribí la columna, ni le creo hoy. Tengo fundamento de sobra para no creerle y el derecho a expresar la opinión de que considero a Ernesto Samper un “político capaz de venderse a la mafia para acceder a la Presidencia (algo que todos sabemos, pero que la justicia comprada en el Congreso evitó juzgar)”.

No sólo yo dudé de los fundamentos jurídicos y legitimidad de la preclusión de Ernesto Samper en la Cámara. Cientos de artículos, de información y opinión, se manifestaron en el mismo sentido. Encuestas de la época reportaron que cerca de la mitad de los colombianos tampoco le creyeron a Samper el cuento de que “fue a sus espaldas”.

De la legitimidad del proceso de preclusión en la Cámara también dudó Enrique Santos Calderón, columnista y copropietario de El Tiempo en la época. No le creyó María Isabel Rueda, columnista de la Revista Semana, entre otras, en su columna “País de mentirosos”. Tampoco le creyó Antonio Caballero, columnista de la Revista Semana, entre otras, en su columna “La Preclusión”.

Otras decenas de artículos, de información y de opinión, denunciaron y censuraron las maniobras de Samper para obtener su preclusión, permanecer en el poder y promover a Serpa como su sucesor. Cito apenas algunos ejemplos: “Presidente Samper, Eje de la corrupción”, “Juicio al juicio”, “Se creció el bigote”, “¿Por qué no se cayó?”, “Presiones en el 8.000 denuncia Salamanca” y “Una decisión cínica”.

Tampoco le creyó a Samper el Departamento de Estado de los Estados Unidos que, desde julio de 1996 hasta hoy, considera a Ernesto Samper inelegible para acceder a visa de ingreso a ese país porque “hay razón para creer que el individuo, a sabiendas, ha ayudado u hostigado al tráfico ilegal de estupefacientes”.  

A ninguno de esos columnistas o medios, mucho menos al Departamento de Estado, los demandó Ernesto Samper en su momento. Sólo se acordó del “dolor y daño” que este tipo de afirmaciones le causaron en 2004 por una columna de María Isabel Rueda en la revista Semana y por mi columna en El Tiempo en 2006.

En efecto, no soy la primera periodista demandada por el expresidente. Samper demandó a la columnista María Isabel Rueda por afirmar en su columna, titulada “Conspiración”, en mayo de 2004, que “Al final fue claro que la conspiración se reducía a la indignación de millones de personas que habían descubierto que la campaña Samper les había vendido la presidencia a los hermanos Rodríguez Orejuela.” Por esa afirmación y por lo reiterado en el mismo sentido en otra columna afrontó María Isabel una demanda por injuria y calumnia. Por fortuna para María Isabel y también para la libertad de expresión, en noviembre de 2004, un Fiscal delegado ante la Corte Suprema dictó fallo inhibitorio en su favor y concluyó que “las frases utilizadas por Rueda pueden ser agravantes, capaces de causar molestia y resentimiento, pero ello no las hace injuriosas y mucho menos calumniosas.”

Lo mismo concluyó el primer Fiscal que tuvo a cargo el caso de mi demanda, quién también precluyó a mi favor la investigación. Sin embargo, una apelación concedida a Ernesto Samper produjo la reapertura del caso, un segundo pronunciamiento de la Fiscalía, esta vez acusándome, y el juicio que actualmente afronto.

La apelación concedida a Samper se basó en el insólito argumento de que la información y la opinión son géneros periodísticos con iguales estándares que mi columna no cumple. Una mínima lectura de los manuales de periodismo, la jurisprudencia de la Corte Constitucional, los estándares internacionales de libertad de expresión y de la jurisprudencia internacional demuestra expresamente que ese argumento es contrario al periodismo y al derecho.

No sólo información y opinión no tienen los mismos estándares sino que tampoco lo tienen la opinión sobre un ciudadano cualquiera y la opinión sobre un personaje público en posición de poder. Según la acusación de la Fiscalía, las opiniones que expresé en relación con la narcofinanciación de la campaña, las maniobras para mantenerse en el poder y promover a Serpa como su sucesor, son injuriosas.

De otra parte, considera una supuesta calumnia la siguiente opinión: “y sabrá Dios si habrá intercedido también en los planes para eliminar a quienes pudieron ser piezas clave para develar sus andanzas, como la ‘monita retrechera’ y el ex conductor de Serpa, quienes no murieron de gripa sino acribillados cuando iban a contarle a la Fiscalía lo que sabían (algo que solo podrían corroborar los sicarios, si es que no los mataron también).”

Conozco perfectamente los límites de mi oficio. Por ello distinguí escuetamente las opiniones que expreso como afirmaciones de las que expreso como pregunta. Sé que Samper se eligió con narcofinanciación, que su “juicio” en el Congreso fue una farsa y que trató de imponer a Serpa como su sucesor. Por el contrario, no sé si tuvo o no que ver con la muerte de la monita retrechera o el conductor de Serpa. Por eso me pregunto si sabrá Dios. Tendría que hacerse alquimia lingüística y judicial para convertir esa pregunta en una afirmación y ésta a su vez en una imputación penal.

Según la Ley, una imputación penal es una sindicación escueta y expresa, de una conducta tipificada como penal, y de las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que ocurrió. Mi pregunta ni siquiera es una afirmación y mucho menos una imputación. No existe una conducta penal tipificada como “habrá intercedido” y no puede hacerse malabarismo interpretativo, como que “habrá intercedido” quiere decir “autor intelectual de homicidio”, y hacer pasar esa interpretación como una sindicación escueta, expresa y tipificada.

No le hice a Samper imputación penal alguna por el caso de la monita, pero otros sí se la hicieron. En octubre de 1998, Jesús Amado Sarria, esposo de la monita retrechera, envió una carta a la Fiscalía en la que acusa al ex presidente Ernesto Samper Pizano de ser el autor intelectual de la muerte de su esposa Elizabeth Montoya de Sarria, conocida como la monita Retrechera. Estos fueron los términos de esa imputación, según lo publicó el periódico El Tiempo:

“Este es el texto de la carta enviada por Sarria a la Fiscalía, difundida por el noticiero CMI: Andrés Enrique Montañés Muñoz, en mi condición de apoderado de la parte civil de la familia Sarria Montoya, por medio de este escrito me dirijo a usted en forma respetuosa con el fin de solicitarle se sirve ordenar lo pertinente para que se compulsen las piezas procesales del caso, con destino a la Comisión de Acusaciones de la Honorable Cámara de Representantes, para que se investigado el señor Dr. Ernesto Samper Pizano, como autor intelectual de la muerte de la señora Elizabeth Montoya de Sarria y tres personas más.

Tenga en cuenta señor director, los testimonios de Fernando Botero Zea, Santiago Medina Serna y Jesús Amado Sarria, el informe de prensa de Orlando Sánchez Cristancho, el escrito presentado en el consulado de Miami (E.U.) por Guillermo Pérez Monsalve, así como la diversidad de informes de inteligencia rendidos por los miembros del Cuerpo Técnico de Investigación (Brigada de Homicidios) de la Fiscalía General de la Nación, militantes en el plenario; para que se sirva proceder de conformidad a esta petición.”
 
No cabe comparación alguna entre la imputación hecha a Samper por Jesús Sarria y la duda expresada en mi columna. No sobra recordar que el señor Sarria no fue demandado por Samper por calumnia cuando mandó esa carta a la Fiscalía en 1998, pero si me demandó a mí por la pregunta opinada en 2006.

La duda que tengo sobre el rol que pudo tener Samper en el asesinato por sicarios de la monita retrechera es contextualizada y razonable.
Samper negó que conocía a los Sarria, hasta que los medios de comunicación publicaron evidencias en sentido contrario: una foto de Samper con los Sarria, y una grabación entre Samper y la monita, en tono coquetón, hablando de regalos para su esposa y financiación para su campaña. Luego, la Fiscalía comprobó que no sólo sí los conocía sino que habían sido aportantes a su campaña presidencial.

La Fiscalía también comprobó que los Sarria, específicamente Elisabeth, también habían girado cheques a favor del edecan del Presidente Samper, el coronel Osorio. Según la revista Semana, uno de los testigos de la Fiscalía, Luis Fernando Farfán Muñoz, confesó ante la Fiscalía que “el coronel Osorio era calificado como una especie de relacionista público de los Sarria”… “El testigo agregó que los Sarria "servían de razoneros de parte de los otros altos jefes del cartel de Cali y utilizaban a Osorio con ese fin". “Farfán aseguró que en varias ocasiones asistió a reuniones en las que Sarria se refería al presidente Samper. En una de ellas, en un apartamento del barrio Cedritos, al norte de Bogotá, Sarria habría dicho que él y su esposa Elizabeth Montoya fueron encargados de recolectar dineros de personas que por estar al margen de la ley no los podían entregar directamente a la campaña presidencial.”…“Es de público conocimiento que entre el primer mandatario y Osorio existe una estrecha relación de amistad.

Por eso produjo tanta inquietud en la opinión la manera tan particular como el gobierno creó para Osorio un cargo en la embajada de Colombia en Roma, a donde el oficial viajó tres días después de la muerte de la 'Monita retrechera'.”

Según la revista Semana y otros medios de comunicación, la 'monita' se sentía acorralada, su esposo había sido capturado, y estaba pensando seriamente en presentarse a la Fiscalía y confesar lo que sabía en relación con la narcofinanciación de la campaña de Samper y en particular con su directo conocimiento del tema.

La Fiscalía estableció que el edecán del Presidente, el coronel Osorio, se había comunicado insistentemente con Elisabeth de Sarria en las semanas y días previos a su asesinato. Tres días después del asesinato de la 'monita retrechera', Ernesto Samper ascendió a Osorio al grado de coronel y se inventó un cargo diplomático, hasta entonces inexistente, para nombrarlo como agregado policial en Roma. A pesar de la maniobra, la Fiscalía lo hizo regresar al país a rendir indagatoria y lo vinculó a la investigación por la muerte de la ‘monita retrechera’.

No sólo informes periodísticos de medios como El Tiempo y Semana reseñaron en su momento las dudas sobre el papel jugado por el gobierno, en particular por el edecán del Presidente, en la muerte de la 'monita retrechera', también la juez que juzgó este caso tuvo dudas, incluso más contundentes. Así quedó registrado por el periódico El Tiempo, que en diciembre de 2001 publicó un artículo titulado: “Desviaron investigación por crimen de la monita retrechera” en el que se reseña:

“Casi seis años después del asesinato de Elizabeth Montoya de Sarria, La Monita Retrechera, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Bogotá llegó a una conclusión: los organismos de inteligencia del Estado desviaron la investigación del sonado crimen, en su afán por mostrar a la opinión pública pobres resultados que a la postre constituyen una burla. [subrayado mio]

Tal afirmación está consignada en la providencia, de 57 folios, mediante la cual la jueza segunda especializada de Bogotá, Léster González, absolvió por el asesinato de la señora Montoya de Sarria y de tres de sus empleados a José Orlando Sánchez Cristancho (El Hombre del Overol) y José Luis Mangones.

Para la jueza González, en cambio, la investigación por el cuádruple asesinato debió orientarse por una seria hipótesis: el enfrentamiento directo que La Monita Retrechera mantenía con el Gobierno de la época de los hechos. [subrayado mio]
Así las cosas, por qué motivos entonces desorientar la investigación para señalar como presuntos responsables, por ejemplo, a José Sánchez Cristancho bajo el supuesto de que le adeudaba a la víctima una alta suma de dinero que, según el proceso, fue cancelada, sostiene el juzgado especializado.

En su enérgica providencia, el despacho judicial sostiene que es altamente criticable y sin ninguna presentación para la justicia colombiana, el hecho de que el proceso haya sido el producto de la desorientación, la negligencia y la desidia. [subrayado mio] Este despacho, representante del Estado para el asunto, no admitirá que hechos como el que nos ocupa queden en la más absoluta, criticable y lamentable impunidad, dice la providencia".

Reitero también que hasta hoy ni yo, ni la Fiscalía, ni el juzgado que me enjuicia ha logrado establecer quiénes fueron los autores intelectuales de esos homicidios ni ha obtenido el testimonio de Dios al respecto.

A diferencia de la corrupción de mordidas por favores y contratos, la macro corrupción derivada de vínculos entre políticos y mafiosos siempre termina en muertes. El conductor de Serpa era un hombre humilde, cuyo único lío era haber sido conductor de Serpa en la campaña de 1994 y eventual testigo de la movilización de cajas de billetes en la campaña, presuntamente los aportados por el Cartel de Cali.

El dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado resistió la violencia política de la década de 1950, el exilio, la dictadura de Rojas Pinilla, la violencia narcoterrorista y el secuestro de la guerrilla. El único riesgo vital que no pudo resistir fue el proceso 8.000. En 1995 también fue asesinado. La investigación también fue manipulada. Los autores intelectuales también se desconocen.

Sin embargo, entre otras evidencias, por el testimonio dado por el narcotraficante Hernando Gómez Bustamante alias rasguño, la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, abrió el año pasado investigación contra Ernesto Samper, por su presunta participación en el asesinato del dirigente conservador. Este es un aparte de la declaración de Gómez Bustamante al respecto:

“...el Doctor Álvaro Gómez estaba ambientando un golpe de Estado dentro de los militares y los grandes ricos de Bogotá. Entonces el Doctor, ‘El Gordo’ [el Gordo es Samper] y Horacio [porque él le decía Horacio] mandan la razón con el Gordo “Nacho” de que hagamos lo que sea para parar a Álvaro Gómez que porque si hay un golpe militar van a coger a todo mundo y van a extraditar a todo mundo y que ellos también temen de una extradición de ellos como ocurrió en Panamá, con Noriega.” Entonces, él relata esos hechos, eh dice bueno todo y quien manejó todo esto y me dice “bueno todo esto se manejo por intermedio de ‘La Gorda” de Nachito. Él fue el que trajo todas las razones y todo. Yo le dije: bueno pero qué pasó y me dice “bueno el Doctor Álvaro fue imposible arrimarle, tratamos por todos los medios de buscarle arrimar para que se quedara quieto y ese hombre es muy jodido, ese hombre no quiso recibir plata, ni quiso recibir a nadie.” Y dijo: “entonces nosotros vimos que la única forma de acallarlo era matarlo y tomamos la decisión de matarlo.” Me dijo: “a su vez estábamos buscando, necesitábamos algo que distrajera la investigación de Samper en la Cámara de Representantes, para que Heinne Mogollón pudiera hacer pasar la inocencia de Samper en el proceso 8000, entonces esos son los motivos”.

El testimonio de Gómez Bustamante también ratifica otros indicios que existen en el caso del asesinato de la 'monita retrechera' y de la vinculación del entonces edecán presidencial, coronel Osorio, con narcos del Valle.

Dijo el Presidente Samper en su testimonio en el juicio en mi contra, que “conocía y admiraba mis investigaciones por parapolítica”. Lo que parece no entender es que el proceso 8.000 y la parapolítica están estrechamente vinculados y que ni el uno ni la otra son caso cerrado ni cosa juzgada.

Todos los argumentos, artículos, sentencias y testimonios citados en este escrito son de público y amplio conocimiento. Con todos ellos, con los testimonios de los testigos María Teresa Ronderos y Eduardo Bertoni, y con una extensa jurisprudencia nacional e internacional cuenta la jueza que dictará sentencia sobre este caso este jueves 24 de febrero.

Como consta en este escrito y en la manera como he conducido mi defensa, no acudí al estrado judicial para evadir mi responsabilidad ni como ciudadana ni como periodista. No acudí a tratar de decir que no dije lo que dije o que no me refería a quien me referí. Acudí a sustentar los fundamentos de mis opiniones, a defender mi derecho a expresarlas y en general a defender la libertad de expresión ciudadana y del periodismo en Colombia.

Reitero que en cada una de las afirmaciones que se cuestionan de mi columna, me refería expresamente al expresidente Ernesto Samper Pizano, a su trayectoria política y su campaña presidencial. Me reafirmo en cada una de las opiniones expresadas, porque se basan en hechos veraces, de público conocimiento y porque ellas no son meras apreciaciones caprichosas, sino fruto de un juicio crítico y ético, fundado en apreciaciones informadas.

Le pido a la justicia colombiana que proteja mis derechos ciudadanos a la libertad de expresión, y sobre todo, mi derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político en Colombia.  

Nota: Olvidé mencionar que por lo menos 30 congresistas, elegidos en la campaña de 1994, fueron investigados por el proceso 8000 y la mitad de ellos fueron condenados. El Contralor de la época, David Turbay, también fue condenado por vínculos con el Cartel de Cali. El Procurador de entonces, Orlando Vásquez Velásquez, el más férreo defensor de Samper ante la Cámara de Representantes y el Consejo de Estado, también fue condenado por vínculos con el Cartel de Cali.


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viernes, 11 de febrero de 2011

"Necesitamos la libre discusión de ideas para fortalecer la democracia"

Eduardo Bertoni, ex relator especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, habló con SEMANA sobre el juicio que se le sigue a la columnista Claudia López por su presunta injuria y calumnia al expresidente Ernesto Samper.

Vea la entrevista completa haciendo clic aquí

Tomado de http://flip.org.co/alert_display/0/1821.html

viernes, 28 de enero de 2011

El síndrome de Claudia López

Por: César Rodríguez Garavito

Mucho se ha dicho sobre la audiencia de este lunes dentro del proceso de Ernesto Samper contra Claudia López. Basta ver el reguero de trinos que dejó la transmisión en vivo de La Silla.

Pero no me interesa entrar en el debate. No porque no tenga una opinión: defiendo la libertad de expresión de periodistas que, como Claudia, se atreven a decir lo que todo el mundo sabe o sospecha, con nombres propios y sin rodeos. Para eso sirve la opinión y por eso sus estándares son distintos de los de la información, como lo reconoce el derecho nacional e internacional.

Quisiera, más bien, apuntarle a algo que pocos han comentado y que llamaría el “síndrome Claudia López”: el efecto de intimidación que tienen las amenazas de carcelazos sobre el derecho suyo o mío a opinar.

Si usted escribe o consume blogs, trinos, columnas o cualquier texto de opinión, debería estar preocupado por este síndrome, que tiene dos síntomas. El primero es el contagio de un estilo de escribir columnas y textos de opinión que se ha vuelto popular y que está guiado por el principio de la canción ochentera de Los Prisioneros: “nunca quedas mal con nadie”. Por conveniencia o por miedo a un carcelazo, cada vez más columnistas, incluyendo algunos muy leídos, parecen escribir en clave. Nunca hablan con nombres propios, sino en seguros plurales. Cuando es obvio que quieren criticar a otro columnista, dirigen sus dardos a “algunos opinadores” (como lo hago deliberadamente aquí, para devolver el favor). Cuando se refieren a actos de corrupción o incompetencia de funcionarios específicos, prefieren hablar de “el gobierno”. Y, como es más fácil criticar al “Estado” que a una empresa, se abstienen cómodamente de identificar abusos del sector privado.

El segundo síntoma del síndrome es lo que llamaría el efecto “Law and Order”: como en las películas gringas, el debate público se desplaza a los estrados judiciales. En lugar de dar la pelea con razones y ante la opinión pública, los políticos, las actrices y demás famosos contratan a abogados de corbata satinada para que den la pelea por ellos, mientras esquivan la polémica de fondo. Para la muestra el botón de la audiencia del lunes, en la que Ernesto Samper se fue apenas dio su testimonio, sin dar chance para un careo con López.

Pero los opinadores también han contribuido al síntoma. Como lo criticó Camilo Sánchez en atinada columna, eso fue lo que hizo el valeroso Daniel Coronell al decidir denunciar a Uribe por calumnia e injuria, a propósito del rifirrafe reciente entre los dos por Twitter.

En un mundo donde la opinión se mueve a la velocidad con la que escriben 140 caracteres, arreglar estos líos a punta de carcelazos es anacrónico y contraproducente. Lo complicado es cómo manejar situaciones de abuso abierto del derecho a opinar (que no es el caso de Claudia) sin generar el síndrome López.

¿Con multas? ¿A través de la autorregulación de los medios? Se oyen propuestas, porque lo que es claro es que los abogados penalistas no son los más indicados para solucionar este lío.

Artículo tomado de http://www.lasillavacia.com/elblogueo/dejusticia/21273/el-sindrome-claudia-lopez

lunes, 24 de enero de 2011

Fotos de la audiencia del 24 de enero

Fotografías: Andrés Monroy Gómez


De izquierda a derecha: Representante del Ministerio Público, Fiscal, expresidente Ernesto Samper y su abogado

Claudia López observa con sus abogados, Carlos Rodríguez y Luz Marina Monzón, la columna "La reinserción uribista: del 8.000 al 64.000", por la que fue denunciada 





 Los testimonios aportados por la defensa. De izquierda a derecha: Claudia López, Maria Teresa Ronderos y Eduardo Bertoni

Claudia López expone detalladamente las fuentes utilizadas para escribir la columna "La reinserción uribista: del 8.000 al 64.000" 

 Testimonio de Maria Teresa Ronderos, como experta en temas de periodismo

 Ernesto Samper y la representante de la Fiscalía

Los medios de comunicación estuvieron presentes 

La foto de la foto... 

 Representante del Ministerio Público

 Todos atentos

domingo, 23 de enero de 2011

"Nos matan menos, pero nos demandan más"

Por: Alfredo Molano Jimeno / Felipe Morales Mogollón
La periodista habló sobre el proceso penal que enfrenta con Samper, dijo que él quiere, a través de un fallo judicial, limpiar su nombre.
 
Este lunes se llevará a cabo otro capítulo del pulso jurídico entre el expresidente Ernesto Samper y la analista política Claudia López, quien fue denunciada por una columna de opinión en la que sugería la responsabilidad del exmandatario en el asesinato de Elizabeth Montoya de Sarria, alias La Monita Retrechera, testigo clave del Proceso 8.000.

La investigadora de la Misión de Observación Electoral (MOE) habló con este diario sobre el trasfondo del proceso, el ámbito del periodismo de opinión y las proyecciones de las próximas elecciones. Para López, el resultado de este pleito determinará el rumbo del periodismo de opinión y el suyo como periodista.

¿En qué consiste la denuncia en su contra?

La excusa del expresidente Samper para entablar este proceso es una columna que yo escribí cuando  a Uribe se le ocurrió nombrarlo embajador en Francia. Eso desató una crisis diplomática enorme y revivió el debate del Proceso 8.000. Lo que pretende es que un fallo judicial le limpie el nombre y lo saque de la historia de mafia y política en Colombia, de la que inevitablemente forma parte. A él le precluyeron una investigación por “falta de pruebas”, pero la comisión ciudadana que le hizo seguimiento concluyó que ese proceso fue una farsa. Reconozco que el Congreso emitió un juicio político con efecto judicial y Samper quedó absuelto, pero el debate político no se puede silenciar. Lo que el señor Samper pretende es que no podamos dudar de su versión. La pregunta es si en política y en periodismo de opinión el debate está cerrado y si el señor lo puede cerrar con un manotazo en la mesa judicial. En un debate político sobre hechos de conocimiento público y controversial, como el Proceso 8.000, no puede un personaje imponer su versión. Ese derecho lo voy a defender hasta la muerte.

¿Se ratifica en los señalamientos que hizo en su columna?

Me ratificó. No le creo al presidente Samper que todo ocurrió a sus espaldas. No estoy obligada a creerle. Llevo seis años analizando la relación entre mafia y política y nunca he encontrado que una donación de $6 mil millones se haga sin ningún interés a cambio. Ahora, eso es difícil de comprobar , pero una cosa es el debate judicial y otra el político. Como dije en la columna: ¿Sabrá Dios si Samper tuvo algo que ver en la muerte de La Monita Retrechera?

¿Qué buscan al denunciar a los periodistas por sus artículos?

Dicen que quieren restituir su buen nombre, pero Samper no va a hacerlo aunque salgan diez fallos en su favor. Él busca que los periodistas nos agotemos, nos sintamos intimidados y nos autocensuremos. Uno de los temas críticos en Colombia, del cual no podemos dejar de hablar porque se ahogaría la democracia, es la relación entre mafia, violencia y política. Acá se quiere silenciar el ejercicio del periodismo.

¿Hasta dónde llega el ejercicio de la libertad de opinión?

Eso está establecido en el derecho. Como columnista no le puedo imputar a alguien un delito, ese es el límite. En materia de la supuesta honra, es discutible que mi columna busque afectar la de Samper. No le estoy imputando la autoridad intelectual o material de un delito, estoy diciendo que dudo. Por otro lado, en la jurisprudencia nacional e internacional está establecido que los hombres públicos y poderosos no pueden escudarse en el argumento de la honra para silenciar el debate público.

Usted salió de ‘El Tiempo’ por un artículo, ¿cree que los medios también están coartando la libertad de opinión?

De allá me echaron.  Roberto Pombo, el director, cometió, en mi opinión, un abuso de posición dominante. Él reaccionó con la indignación y con el poder, no con el periodismo, nunca pudieron explicar  cuál era la fuente de información del artículo que critiqué. No dijeron cuál era el criterio periodístico con el cual le pedían la renuncia a Andrés Felipe Arias por Agro Ingreso Seguro y no a Juan Manuel Santos por los falsos positivos.

¿Y en lo del tercer canal?

Ahí quedó en evidencia una preferencia familiar y política. Pero lo que más generó mi crítica fue la posición cada vez más sesgada frente al Gobierno para tratar de granjearse el tercer canal. Actuaron de una manera grotesca en defensa de sus intereses comerciales y económicos y no periodísticos. Y creyeron que con un manotazo y una echada iban a cerrar el debate, pero por el contrario se abrió más, porque los poderosos como el señor director de El Tiempo y el expresidente Samper tienen que entender que cuanto más abusen de su poder menos cierran los debates.

¿Lo que buscan es que los periodistas hablen sobre temas probados jurídicamente?

Es una locura. Los periodistas somos periodistas y no agentes del CTI. Si un periodista tiene que tener primero un fallo judicial nunca va a poder hacer denuncia. Seríamos reporteros de hechos certificados por la justicia.

¿Hay libertad de prensa en Colombia?

Cada vez más amenazada. Celebro que maten menos periodistas. Ahora nos matan menos, pero nos demandan más. El objetivo es la intimidación, o quitándole la vida o a través de los estrados judiciales.

¿Cómo ve el periodismo en el país?

Los periodistas colombianos tenemos una reputación de avezados, valientes y buenos investigadores. Nos la hemos ganado con rigor y con sangre. Pero lo que me preocupa es la falta de autorregulación frente a los conflictos de intereses que tienen los dueños de los medios. Ahí sí hay mucho camino por recorrer.

¿Cuál es su lectura sobre el proceso electoral que se avecina?

 Las elecciones van a ser un gran campo de batalla político porque las presidenciales implicaron un reequilibrio de las diferentes fuerzas. Es decir, los que creyeron que habían perdido hoy creen que ganaron y viceversa. Vamos a ver si se profundiza el santismo o el uribismo. En materia de partidos hay que ver si el reacomodo del Partido Liberal se ve reflejado en el renacimiento del poder regional; si el Partido Verde desaparece o se consolida como alternativa política de centro, pero pareciera que su visión es hacer más difícil las cosas fáciles e imposibles las difíciles. Por último, si el Polo se mantiene en el espacio político nacional continuando su carrera de ascenso o si van a retroceder a la representación en pequeños municipios.

¿Podremos  evitar la influencia de  grupos armados en elecciones?

Los bandidos quieren influir en la política sin importar el nombre que tengan. En eso no hay que llamarse a engaños, hay que prender todas las alertas y tomar todas las previsiones, pero creo que la gran amenaza para la democracia está hoy en nuestras manos: aplicar la reforma política en cuanto a sanciones a los partidos que no tengan responsabilidad en la entrega de avales, mejorar la transparencia en el manejo de dinero en las campañas. Además, hay dos factores que parecieran mitos intocables: la Fuerza Pública y los registradores. Usted puede hacer fraude electoral sin bandidos, pero no sin registradores, y no hay un solo registrador investigado, el máximo castigo es que los rotan. También está el aparato corrupto de la Fuerza Pública que ampara a criminales aliados con políticos, ningún ciudadano se va a atrever a denunciar a un político corrupto que esté amangualado con un bandido que es protegido por la Fuerza Pública.

La entrega de ayudas humanitarias por el invierno, ¿es un factor de riesgo?

Es riesgoso porque genera incentivos perversos, es mucha plata para invertir en tan poco tiempo y todo en medio del caos. El Gobierno nombró dos gerentes inmejorables como Jorge Londoño y Everardo Murillo, pero ellos no pueden ser los jefes de la veeduría. Es mejor invertir un peso para cuidar cien.
  • Alfredo Molano Jimeno / Felipe Morales Mogollón | Elespectador.com




Artículo tomado de

    sábado, 22 de enero de 2011

    Claudia López: Culpable de opinar libremente

    Por Andrés Monroy Gómez
    Proyecto S.I. - Sociedad Informada

    Un nuevo episodio del intento por judicializar la libertad de opinión y restringir las críticas a personajes públicos se cumplirá el próximo 24 de enero, fecha fijada para la primera audiencia en  el juicio contra la politóloga y columnista Claudia López. Luego de frustrarse la conciliación en la que el apoderado del ex presidente Ernesto Samper pidió 50 millones de pesos para desistir de la acción judicial, López fue acusada de injuriar y calumniar a Samper en su columna de opinión “La reinserción uribista: del 8.000 al 64.000, publicada en el periódico El Tiempo el 11 de junio de 2006.

    La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), al referirse a este caso, señaló en su alerta del 24 de agosto de 2010 que “de manera creciente, las acciones penales por injuria y calumnia se están utilizando como una forma de limitar opiniones e incluso, en algunos casos, para silenciar críticas sobre la actuación de funcionarios públicos y personas influyentes en el país”.

    Este mecanismo de presión ya ha sido utilizado contra la politóloga. Sólo por citar un ejemplo, en febrero de 2008 algunos congresistas antioqueños y el gobernador Luis Alfredo Ramos anunciaron acciones penales contra la columnista, quien en un libro llamó la atención sobre la influencia paramilitar en los resultados electorales de Antioquia.

    En la columna por la que ahora está sometida a juicio, Claudia López afirmó categóricamente que “…así son nuestros políticos. A falta de convicciones e ineficaz control nacional, solo reaccionan a dádivas o amenazas externas superiores a las que ellos son capaces de proferir”. Es innegable la contundencia de las opiniones de López. Esa contundencia es necesaria en un país que no ha reaccionado eficazmente frente al abuso por parte de cómplices y títeres de las mafias.

    Del proceso contra Claudia López se desprenden dos temas que reclaman un cuidadoso análisis por parte de las organizaciones que promueven la libertad de prensa.

    El primero es la conveniencia de promover la despenalización de los delitos de injuria y calumnia. Actualmente cursa una acción de inconstitucionalidad contra estos delitos, promovida por la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper).

    El segundo tema es la posibilidad de cuestionar las decisiones judiciales, como manifestación legítima de la libertad de expresión. En el proceso contra Claudia López, uno de los argumentos para descalificar las opiniones de la columnista parte de la preclusión de la investigación dictada por el Congreso a favor de Ernesto Samper en el conocido proceso 8.000. La Corte Constitucional ha manifestado que “en ejercicio de la libertad de expresión, los particulares pueden analizar y controvertir públicamente las decisiones de los jueces, no sólo por su aspecto estrictamente jurídico, sino por la estimación que se haga de los hechos pertinentes en la providencia”.

    Las alertas deben permanecer encendidas. Muchos periodistas y columnistas han pasado por los estrados judiciales, defendiendo nuestro derecho a estar informados y a conocer opiniones válidas sobre la realidad nacional. Ahora quieren silenciar a Claudia López por sus reflexiones sobre Ernesto Samper quien, para muchos, aún tiene una enorme deuda con la verdad de este país. Hay más ex presidentes, también con saldos en rojo frente a la historia colombiana. ¿Cada vez que alguien opine sobre ellos o cuestione su desempeño será llevado a los estrados judiciales? Pues bien, allá estaremos, hoy con Claudia López y mañana, uno por uno desfilaremos en el banquillo de los culpables de opinar con libertad.



    De acuerdo al principio 11 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) "Los funcionarios públicos están sujetos a un mayor escrutinio por parte de la sociedad”. Por otra parte, la Corte Interamericana ha señalado que la protección a la libertad de expresión comprende la información o ideas favorables y también aquellas que "ofenden, resultan chocantes o perturban", porque "tales son las exigencias del pluralismo, la tolerancia y apertura mental sin las cuales no existe una sociedad democrática".

    #ApoyoaClaudiaLopez

    jueves 20 de enero de 2011


    #ApoyoaClaudiaLopez


    Claudia López, Foto by Bun Diciembre 2008
    El lunes 24 de Enero a las 9 de la mañana en el juzgado 23 Penal Municipal de Bogotá arranca el juicio contra la columnista Claudia López http://ow.ly/3GUz0 
    Como ella, tampoyo yo veo en Ernesto Samper Pizano “al político capaz de venderse a la mafia para acceder a la Presidencia (algo que todos sabemos, pero que la justicia comprada en el Congreso evitó juzgar), de corromper las instituciones para imponer a Serpa como sucesor (como todos lo padecimos, pero logramos evitar), de pedir cacao para que no extraditaran a los Rodríguez Orejuela (como consta personalmente a Uribe) y sabrá Dios si habrá intercedió también en los planes para eliminar a quienes pudieron ser piezas clave para develar sus andanzas, como la ‘monita retrechera’ y el ex conductor de Serpa”. http://ow.ly/3FnGi
    Adhiero a la pregunta que Gonzalo Guillen @HELIODOPTERO le hacía a Claudia López en Twitter “@CLOPEZanalista ¿Por qué te acusa Samper a ti de algo que es vox pópuli y coincide con lo que otros publicamos desde hace 15 años?”. Y no solo lo que se publicó, sino lo que miles de personas pensamos y sabemos que sucedió.

    Lo deseable es que este juicio no implique un desgaste innecesario para el poder judicial y para la acusada como ocurrió con Alfredo Molano. Hace apenas un año atrás, y luego de tres tediosos años atendiendo diligencias de un proceso costoso emocional y financieramente hablando para el implicado, y qué decir para el Estado (según nos hace caer en cuenta María Teresa Herrán en su libro Acallar la opinión? Cuatro Araújos versus Alfredo Molano), y harto absurdo y “Kafko-costumbrista” como lo calificó el poeta Juan Manuel Roca, el escritor y periodista Alfredo Molano Bravo fue absuelto en juicio oral de los cargos de calumnia e injuria con lo que se pretendía acallarlo  http://ow.ly/3GNbP el 9 de febrero de 2010.

    Pero está visto que hablar con la verdad puede significar recibir una amenaza, una agresión y hasta perder la vida misma, o llegar a los estrados judiciales por cuenta de quienes se sienten aludidos, afectados o implicados, y pretenden –por ahora sin suerte-, convertir el pensar y opinar con independencia en delito. 

    Aunque la autocensura, la intimidación y el miedo son condiciones casi que naturales en las que se ejerce el periodismo y la libertad de expresión en Colombia, no lo es para la investigadora y politóloga Claudia López quien forma parte de ese selecto y creciente número de periodistas y opinadores que ni con amenazas, acoso judicial, intimidación, señalamientos o demandas han conseguido acallar sus voces.

    Y es que, como advierte la FLIP, de manera creciente “las acciones penales por injuria y calumnia se están utilizando como una forma de limitar opiniones, e incluso, en algunos casos, para silenciar críticas sobre la actuación de funcionarios públicos y personas influyentes en el país. Si bien es claro que se pueden presentar tensiones entre la libertad de opinión y el derecho a la honra y el buen nombre, preocupa que se enjuicien opiniones y expresiones, cuando la jurisprudencia vigente ha establecido claramente que debe tratarse de hechos e imputaciones concretas”.

    Pero ni El Tiempo con su plan Planeta consiguió, con su despido  hace meses atrás, silenciar la opinión clara y crítica que, con tanto talento como cojones (¿debería decir ovarios?) se levanta para seguir señalando, de manera documentada y con lujo de detalles, los abusos y maniobras del poder que por igual ejercen legales e ilegales en el país.   


    Es mucho lo que el país político y la sociedad le debemos con su trabajo  a Claudia López. En 2005 tiró del telón  para que pudieramos ver la tras escena de cómo el Acuerdo de Ralito se cumplió para que mafiosos, narcotraficantes, terratenientes, empresarios, políticos etc., etc. se repartieran en 2002 el botín electoral que permitió el ascenso al Congreso de la República del proyecto político narco paramilitar, comúnmente conocido como la parapolítica y, desde entonces, hacer de Colombia la debacle.

    La acusación de injuria y calumnia contra @CLOPEZanalista es un atentado a libertad de opinión como derecho preferencial por encima de todos los derechos fundamentales y reconocido en el ordenamiento jurídico nacional e internacional.

    La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). Art.19. señala que "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".

    El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), jurídicamente vinculante para todos los Estados que han firmado y ratificado sus provisiones dice en su Art.19 que "(1) Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. (2) Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

    La Constitución Política de Colombia en su Art. 20. señala que “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho de rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.

    Como señaló el  Relator Especial de Naciones Unidas para la Libertad de Opinión y Expresión el guatemalteco Frank La Rue Lewi, “el principio de la libertad de expresión es que no debe haber ninguna censura, ninguna forma de censura”. Los controles “deben ser personales y éticos, deben ser internos, no del Estado, no de mecanismos del Estado”. El Estado “únicamente debe garantizar la libertad total de expresión”. “La opinión no necesita pruebas en el caso de los columnistas. El columnista está expresando su opinión personal y su análisis personal. De hecho, la opinión nunca necesita pruebas. Esa es la diferencia entre ejercer la libertad de opinión y ejercer la verdad de un proceso. Los hechos que uno documenta en un proceso legal tienen que ser probados”. http://ow.ly/3GV8v

    En la Providencia del fallo que absolvió a Alfredo Molano (N.I.64666 Caso 115-2008) el Juez Penal Municipal José Eduardo Saavedra señala que, “la libertad de opinión contribuye decididamente a la creación de espacios plurales dentro de la sociedad. Mediante la opinión se genera debate sobre la apreciación que la sociedad tiene sobre distintos hechos. Es por ello que la sociedad tiene la carga de soportar opiniones que causen molestia o afecten el amor propio de las personas. La libertad para expresar y difundir pensamiento y opiniones, permite, por lo mismo, cuestionar y criticas directamente, inclusive llegando al nivel de la exageración y la mortificación, diversos hechos, conductas y personas en la sociedad”.

    #ApoyoaClaudiaLopez es una Campaña mediante la cuál la Comunidad de Twitter busca expresarle a Claudia López que no está sola. Que son muchos más los que pensamos y creemos en la necesidad y valor de su palabra, de su opinión. También porque defendemos nuestro propio derecho a la libertad de expresión y de opinión, al derecho a la información como nuestros en una sociedad en la que, por lo pronto, optó como modelo político, el de la democracia.

    También, porque, como escribió “el maestro de maestros” de la investigación y la sociología en el país, Orlando Fals Borda, Colombia “necesita que se diga la verdad, así sea dolorosa, y aunque produzca serios inconvenientes a aquellos que se atreven a decirla”. 

    Deseo que esta reflexión ayude por lo menos a que Nelson Moreno (@nomorenelson) encuentré algunas respuestas a su pregunta en Twitter : “por qué será que los periodistas que valen la pena son los perseguidos y/o amenazados?”.



    Artículo tomado de http://somossentipensantes.blogspot.com/2011/01/apoyoaclaudialopez.html?spref=tw